Hace poco mi amigo “Quique”  Tellado me pidió los datos de la bancada (de la firma Carl Goldberg) que desde  hace unos cuantos años utilizo para las primeras puestas en marcha de mis  motores, con la intención que encargarle a un carpintero que le prepare una  igual para él.
                   
                  Es una bancada muy bien  diseñada (salvo un pequeño detalle que más adelante indicaré como lo solucioné)  que, si se construye con los materiales adecuados y se instala correctamente  dará excelentes resultados
                   
                  Así que le saqué unas  cuantas fotos, tomé las dimensiones y le pasé toda la información. Estando en  ese proceso recordé haber visto a lo largo de los años bastantes  improvisaciones sobre este tema, algunas ciertamente peligrosas y generadoras  de más de un dolor de cabeza (ello sin considerar los costos materiales), por  lo tanto se me ocurrió que todo ese detalle también podría ser de utilidad para  otros, por lo que a continuación expongo lo que preparé al respecto.
                   
                  Las fotografías y el  diagrama con las dimensiones son suficientemente explicativos, no obstante cabe  agregar algunos comentarios.
                   
                  Hay que señalar que las  placas de madera que presionan a las bancadas del motor (con lo cual se evita “marcar”  las mismas), con el tiempo se terminan partiendo (es el defecto que antes  comenté), por lo tanto intercalé dos arandelas de diámetro generoso para que  las tuercas no ajusten directamente sobre la madera.
                      
                  
                  
                  
                  
                  A los pitones metálicos  cortos que se ven en la foto anterior, se engancha la bancada del motor a asentar. Los  pitones más largos sirven de guía para las prensas de madera y al mismo tiempo  evitan que giren sobre si mismas al ajustar los bulones. Los resortes no son  realmente imprescindibles, pero ayudan al momento de retirar el motor.
                    
                  
                  
                   
                  Las dimensiones consignadas  en el diagrama respectivo son indicativas. Quien encare la construcción puede,  dentro de ciertos límites, variar las mismas a su gusto y necesidades, con la  seguridad de que la funcionalidad de la bancada no se verá afectada.
                   
                  Después de cada uso  conviene limpiarla, y cada tanto tiempo, la recomendación es desarmarla y hacer  una limpieza a fondo de las roscas de los bulones, ya que con el tiempo el  aceite se seca y las tuercas se “clavan”, ocasionando dificultades a la hora de  utilizarla.
                   
                  Habitualmente monto mi  bancada en un banco de trabajo plegable, con quijadas ajustables, al cual tengo  que “lastrar” con varios adoquines para mantenerlo quieto. Me ha dado un  excelente resultado para esta tarea, si bien al finalizar el ablande queda bastante  empapado con mezcla y hay que limpiarlo ¡todo tiene su precio! Y ya sabe ¡no  improvise!
                   
                  ¡Les deseo buenos ablandes!
                   
                  Galería de imágenes (click en cada una para ampliar)